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Durante el rodaje de Tiburón (1975), Steven Spielberg tenía planeado mostrar al tiburón mecánico gigante, apodado “Bruce”, con mayor frecuencia para intensificar el terror. Sin embargo, el modelo sufría constantes fallas debido al agua salada y la complejidad de su diseño, lo que obligó a Spielberg a improvisar.

Para mantener la tensión, el director optó por sugerir la presencia del tiburón a través de la icónica banda sonora de John Williams, sombras bajo el agua y primeros planos de las víctimas. Este enfoque, nacido de la necesidad, redefinió el suspenso en el cine, demostrando que lo que no se ve puede ser aún más aterrador. La película se convirtió en un hito, consolidando a Spielberg como uno de los grandes del cine.